ANOREXIA
Y dio otro bocado al bocadillo de jamón. Yo miraba a mi madre, y disimuladamente tiraba todo lo que podía a una servilleta que me había fabricado en mis rodillas. No entendía esa obsesión porque debiera de comer. Yo estaba realmente gorda. Ellos querían que siguiera engordando, como una foca, y no deseaban mi felicidad. Así que después, de las asquerosas comidas bajaba al baño y vomitaba todo lo que pudiera haber comido. Día a día, mi cansancio era cada vez mayor hasta encontrarme hoy, aquí tirada, en la cama de un hospital.
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