El viento soplaba lentamente. El frío se apoderaba de las casas, y yo clavaba la mirada en el vaho del cristal. A veces pensaba que este mundo no cambiaría, pero yo seguía allí, insensata y llena de dudas, buscándole sentido a la vida. Una vida corta, pero eterna, en la que el mundo se me hacía pequeño.
Yo sabía que lo complicado era complicado y que el futuro no se podía cambiar, pero algo entre otras cosas siempre me llamaba la atención. No sabía exactamente lo que era, ni qué tenía que ver en este mundo siempre inmerso en la oscuridad. Entonces, entre la niebla, la lluvia se apoderó de aquella tarde fría y… sin saber por qué, el resplandor de una mirada se clavó en la mía y, como si nada, volvió a desaparecer en la oscuridad de aquel día.
Por un momento, esa mirada me dejó sin aliento y dentro de mí existía el vago deseo de volver a verla. Todas las tardes yo volvía a clavar mi vista en la ventana y esperaba su llegada. Pasaron los días y aquella mirada de ojos oscuros y resplandecientes no volvía a aparecer; yo me preguntaba qué era lo que me llamaba la atención de esos ojos, que me absorbían por completo, y que me sumían en ese estado casi hipnótico, pero… Solo me acordaba de esa energía que irradiaban y cuyo recuerdo era cada vez más y más desesperante.
Todos los días, yo, callada, en silencio, volvía a plantarme frente a la ventana en busca de aquella mirada.
Un día, sin saber por qué, volví a sentir aquella energía que volvió a impactarme. Entonces ésta, despreocupada y silenciosa, se volvió a clavar en el cristal y dejó que sus pupilas se agrandaran en la oscuridad. Así, lentamente, cerró los ojos y desapareció entre la niebla.
Asustada, pero a la vez intrigada por aquella mirada, salí a la calle y, entre la humedad y aquella niebla de la que antes hablé, me senté en un banco y ciega de asombro comencé a pensar…
A pesar del frío sentía calor, aquel calor sofocante casi quemaba mi cuerpo. Eran sentimientos extraños que yo desconocía casi por completo. ¿Cómo tenía una mirada tanta fuerza para cambiarme, para cambiar el rumbo de todo, de mi vida?
El viento soplaba lentamente. El frío se apoderaba de las casas, y yo clavaba la mirada en el vaho del cristal. A veces pensaba que este mundo no cambiaría, pero yo seguía allí, insensata y llena de dudas, buscándole sentido a la vida. Una vida corta, pero eterna, en la que el mundo se me hacía pequeño.
Yo sabía que lo complicado era complicado y que el futuro no se podía cambiar, pero algo entre otras cosas siempre me llamaba la atención. No sabía exactamente lo que era, ni qué tenía que ver en este mundo siempre inmerso en la oscuridad. Entonces, entre la niebla, la lluvia se apoderó de aquella tarde fría y… sin saber por qué, el resplandor de una mirada se clavó en la mía y, como si nada, volvió a desaparecer en la oscuridad de aquel día.
Por un momento, esa mirada me dejó sin aliento y dentro de mí existía el vago deseo de volver a verla. Todas las tardes yo volvía a clavar mi vista en la ventana y esperaba su llegada. Pasaron los días y aquella mirada de ojos oscuros y resplandecientes no volvía a aparecer; yo me preguntaba qué era lo que me llamaba la atención de esos ojos, que me absorbían por completo, y que me sumían en ese estado casi hipnótico, pero… Solo me acordaba de esa energía que irradiaban y cuyo recuerdo era cada vez más y más desesperante.
Todos los días, yo, callada, en silencio, volvía a plantarme frente a la ventana en busca de aquella mirada.
Un día, sin saber por qué, volví a sentir aquella energía que volvió a impactarme. Entonces ésta, despreocupada y silenciosa, se volvió a clavar en el cristal y dejó que sus pupilas se agrandaran en la oscuridad. Así, lentamente, cerró los ojos y desapareció entre la niebla.
Asustada, pero a la vez intrigada por aquella mirada, salí a la calle y, entre la humedad y aquella niebla de la que antes hablé, me senté en un banco y ciega de asombro comencé a pensar…
A pesar del frío sentía calor, aquel calor sofocante casi quemaba mi cuerpo. Eran sentimientos extraños que yo desconocía casi por completo. ¿Cómo tenía una mirada tanta fuerza para cambiarme, para cambiar el rumbo de todo, de mi vida?